Mi leal amigo, si supierais que os estoy descubriendo más allá de la hermandad, desnudando aquella otra realidad que cincelo en mis noches, ávidas estas de ser parte de vuestra historia. Ansío naufragar en... esas caricias que ofrendáis a vuestra musa entre orgásmicas melodías que turban mi calma; ¡Sabed! que tengo marcadas vuestras huellas entre las yemas de mis dedos y he recorrido con ellos cada milímetro de mi cuerpo en desespero por fundirme en vuestro cielo y ser ambos una sola estrella incendiada. Pensaríais que estoy loca y quizás la razón os asista pues deliro en los matices de vuestra voz, aquella que mis sentidos tortura y no existe otra cura que liberar este pecho agitado, indomable, rebelde por cabalgar vuestro lado salvaje, donde el poema enmudece y la carne estremece tornándose poesía viva y vibrante. En vuestros labios resplandece el diamante que llevo oculto en mis húmedos sueños como estandarte. ¡Perdonadme! si acaso en mi avaricia tuve el descaro de robaros mil caricias y de haberlas gozado una a una cuando dormíais ajeno a mis instintos. He de confesaros que arropé el frío de mi sombra con los candentes destellos de vuestra lira, y aunque vestida me encaminé hacia el lecho, amanecí desnuda con vuestro aroma entre mis pechos. ¡No hay más verdad! que la que un poeta entrega en su divagar nocturno. Y es allí donde se unen nuestros mundos y vuestra pureza profano al sentirme sumisa en vuestras manos.
Mi leal amiga, escribir es otoño, nada más. Es cuando el tiempo se detiene y vuelves a ser tú. Un golpe de tormenta te saluda, te llena los pulmones de algo que es un dolor del todo semejante a la alegría y te sientes de pronto despertar del más profundo sueño. Imagina que yo controlo el viento y recógete cuando mi contradictoria verdad vuele como el aire sobre tu rostro. Suspende todos los sueños y no añadas más al argumento, pues es una sola historia la que cuentan mis versos desde aquel día lejano en que forcé mi voz y acompasé mi tacto al frío que se aferra a tu rostro, el frío de tus lunas, de los afectos que crees perennes. Cuando arrecie, tus pasos pisarán mi sombra. Quisiera detener aquella otra realidad para mostrártela desnuda. Hacerla instante y dártela inacabable por si un día recuperaras la luz que nos unió. Hablo de la luz constructora de sueños. Esa luz que hiere y enciende el suspiro de lo que siempre falta. Mientras haya preguntas tendré contradicción con que nutrir tus venas, te daré ese aroma áspero que brota de la esencia, que provoca el fulgor con que lo cotidiano se transfigura a veces en eterno. No preguntes. No digas, juega con el aire. Aire que se hace tormenta en el que busca cuando mira. Tus ojos lo dicen y yo lo escribo. En ellos descubro agudos deseos de olvidar, penetrantes deseos de vivir. Mi influencia sobre ti es el reflejo que ves cuando te miras en el espejo. Yo soy de la tormenta. Tú del mar. Nosotros, de otra realidad.
Obra registrada en Safe creative Código: 1308205613322
Fecha 20-ago-2013 0:12 UTC
Derechos de autor: María del Carmen Tenllado Yuste & Engel
Cada uno de ellos declama el texto de su autoría.
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