Recuerdo cuando era una niña de apenas siete años, fantasiosa, risueña, curiosa y parlanchina. Lo único que siempre conseguía dejarme sin habla era la cartuchera de lápices de colores que tenía mi compañera de pupitre Ana. ¡Cómo la envidiaba! Tenía el estuche de colores más grande y bonito que jamás había visto, no le faltaba un detalle, hasta una lupa tenía que no me la prestaba para que no se la rompiera decía la muy estúpida... Y un buen día se hizo el milagro. Llegó a mis manos el estuche de colores más hermoso que había visto nunca. Tenía de todo: lápices de colores, rotuladores, sacapuntas, goma, bolígrafos de diferentes tonalidades, tijeras y hasta una lupa más grande que la de Ana. Estaba tan entusiasmada que solo pensaba en ir a la escuela a enseñársela a mi compañera de pupitre. Iba camino del colegio toda ilusionada sin poder dar crédito a la emoción que me embargaba. De pronto, caí al suelo de la manera más inoportuna, al abrir los ojos y levantarme me vi junto a mi cama, pero... ¿y mi cartuchera de colores? La busqué por toda la casa y no la encontraba, no podía ser un sueño, me negaba a aceptarlo, yo la tuve entre mis manos, estaba tan segura que lo hubiese jurado por dios. Mamá me quiso convencer de que todo había sido un sueño... pero yo había tenido ese estuche entre mis manos... lo sé.
Con el paso del tiempo me hice una adolescente y mis sueños fueron cambiando, por entonces ya sentía un gran amor hacía la poesía y fui enamorándome perdidamente de aquel ser que despertaba en mi alma tan bellas melodías de amor. También creí tener en mis manos el amor pero este, al igual que aquella hermosa cartuchera desapareció un buen día al abrir mis ojos... por el contrario no me quedó la misma sensación de pérdida, porque el amor que yo había soñado no era aquel que perdí, lo único perdido en aquella historia fue el tiempo.
Si algo me ha acompañado de alguna manera en estos años recordando mi niñez, siempre afloran mis lápices de colores y si hago alusión al amor, siempre está en mi aquél poeta que engendró mi alma de poesía...
Sé que existe un lugar, en el que solo las almas blancas son capaces de percibir la realidad... con los ojos de la inocencia...
Por ese motivo le digo a mi poeta:
- Te amo tanto, que soy capaz de prestarte mi lupa.
Derechos de autor: María del Carmen Tenllado (Damablanca)
La realidad de los sueños...Código: 1301174378032 Fecha 17-ene-2013 22:35 UTC |
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