Esclava de un corazón que sin escolta vaga,
desafiando murallas que nublan mi cielo,
solloza en desvelos, mis nostálgicos anhelos,
hiriente silencio, en duelo reta mi calma.
Desafié los espejos suplicando algún reflejo,
postulando un ínfimo brote de aliento,
interrogué a los vivos, invoqué a los muertos,
clamé vuestro rastro en algún puerto,
mas no hallé...vuestro aroma encallado.
Veneraros se tornó, mi mayor pecado,
y este arduo mutismo en mi condena,
os busqué en cada inédito poema,
en cada poeta quise hallar algún vestigio,
que mitigara, este feroz delirio.
Más no logré engañar al corazón,
burlose de mi la razón...¡con razón!,
en estridentes carcajadas...
Hizo acopio de víveres la esperanza,
libertó la fragilidad de su tela de araña,
corrí presurosa en busca de un Dios,
¡Oh Señor!...mi alma supura...la herida no cura,
sin duda alguna, os imploro compasión.
Concededme la paz de un fugaz encuentro,
permitid que se cumpla, este ansiado sueño,
saeta al aire desgarran los vibrantes ecos,
me bato en duelo entregando mi sangre,
sellando la alianza más allá de la carne.
Dejad que tan solo, le acaricien mis ojos,
que mi aliento en un leve suspiro,
gocen sus labios benditos,
aunque rozarlos no pueda.
Permitid que mis ojos cierren sus vitrinas,
atesorando en la retina, su imagen divina,
podré entonces morir en paz...
porque lejos de el no consigo hallar vida.
Y mientras resbala la dicha de amarle,
en esta, mi ultima lágrima...
al cielo perjuro dar gracias por concederme,
un infinito segundo de placida calma,
este, mi ultimo deseo...antes de partir,
a la que ha de ser, mi perpetua morada...
-------------------------------
Derechos de autor...Maria del Carmen Tenllado Yuste
(Damablanca)
Obra registrada en safe creative: Código: 1304044896643
Poema destacado en: Hadas... poemas y un mundo de cristal
desafiando murallas que nublan mi cielo,
solloza en desvelos, mis nostálgicos anhelos,
hiriente silencio, en duelo reta mi calma.
Desafié los espejos suplicando algún reflejo,
postulando un ínfimo brote de aliento,
interrogué a los vivos, invoqué a los muertos,
clamé vuestro rastro en algún puerto,
mas no hallé...vuestro aroma encallado.
Veneraros se tornó, mi mayor pecado,
y este arduo mutismo en mi condena,
os busqué en cada inédito poema,
en cada poeta quise hallar algún vestigio,
que mitigara, este feroz delirio.
Más no logré engañar al corazón,
burlose de mi la razón...¡con razón!,
en estridentes carcajadas...
Hizo acopio de víveres la esperanza,
libertó la fragilidad de su tela de araña,
corrí presurosa en busca de un Dios,
¡Oh Señor!...mi alma supura...la herida no cura,
sin duda alguna, os imploro compasión.
Concededme la paz de un fugaz encuentro,
permitid que se cumpla, este ansiado sueño,
saeta al aire desgarran los vibrantes ecos,
me bato en duelo entregando mi sangre,
sellando la alianza más allá de la carne.
Dejad que tan solo, le acaricien mis ojos,
que mi aliento en un leve suspiro,
gocen sus labios benditos,
aunque rozarlos no pueda.
Permitid que mis ojos cierren sus vitrinas,
atesorando en la retina, su imagen divina,
podré entonces morir en paz...
porque lejos de el no consigo hallar vida.
Y mientras resbala la dicha de amarle,
en esta, mi ultima lágrima...
al cielo perjuro dar gracias por concederme,
un infinito segundo de placida calma,
este, mi ultimo deseo...antes de partir,
a la que ha de ser, mi perpetua morada...
-------------------------------
Derechos de autor...Maria del Carmen Tenllado Yuste
(Damablanca)
Obra registrada en safe creative: Código: 1304044896643
Poema destacado en: Hadas... poemas y un mundo de cristal
No hay comentarios:
Publicar un comentario