Me lo susurran al oído tus ojos, se esconde en ellos la mujer que eres,
acaso deseas sorprenderla, comerte su sombra. Ocupado el cuerpo
respiras sus palabras, las llevas en la sangre. Hacen diques allá donde la
inquietud te desborda; construyen refugios de emergencia para que
aguardes, esperando que sigas escuchando los latidos de tu corazón.
Demasiado echas de menos algo pensando en otros momentos
en que lo tuviste todo. Pero todo se tiene sólo durante un rato,
lo simbolizas tropezando contigo misma en el otro lado de la cama.
Cualquiera de tus metáforas es un tragaluz en las grietas del
alma, buscando sostener la mirada abismada en versos, mientras la
respiración callada va oscureciendo el vacío dulce de las horas
muriéndose de frío está la memoria pero no olvides que la
escritura otorga el don de la esperanza. Invéntala con polvo de sueños,
no deliro, es que no pierdo de ti ni el acento a dama blanca.
Todo no tiene su medida, ni la tendrá. Tienes días cortos que se miden
en soledad resbaladiza. Su longitud es proporcional al ansia de
nombrar un vacío que te bloquea las ganas de salir o entrar. Un afán que
lleva a querer escribir todo cuanto ves. No lo que miras sino lo que ves
alargas las emociones contenidas para que den su luz iluminada y las
devuelves en poemas enmohecidos de nostalgia. Te gusta cerrar los
ojos y escuchar los versos bajando escalón a escalón hasta tus oídos.
Ya no podrán volver a los reinos del abismo, quedan tendidos en
un espejo roto, disfrazados de humo para que el tiempo no se mire en ellos. Y
sucede que vuelves a subirte a la grupa del silencio, con los ojos encendidos, con
temblor de amapolas en las manos, tan lejos y tan cerca de tus labios que
el poema va huyendo del olvido en el lenguaje de los sueños.
Poema escrito por Engel dedicado a mi persona, con amistad y afecto.
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